sábado, 3 de noviembre de 2012

CÓMO TRATAR CON EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

 
Jesús no quiere que los laicos distribuyan la Eucaristía.
Jesús dice que los sacerdotes deben colocar la Hostia en la boca de los fieles arrodillados.
¡No entregar la Eucaristía en la mano!


El Señor Jesucristo nos dice: “Yo soy el pan vivo que descendió del Cielo. Quien come de este pan, vivirá para siempre. El pan que Yo les daré es mi carne para la vida del mundo.(…) Si no comiereis la carne del Hijo del Hombre y no bebiereis Su Sangre, no tendréis vida en vos. Quien come Mi carne y bebe Mi sangre tendrá vida Eterna y Yo le resucitaré en el último día. Porque Mi carne es verdaderamente comida y Mi sangre es verdaderamente bebida. Quien come Mi carne y bebe Mi sangre permanece en Mí y Yo en él. Quien come de este pan vivirá eternamente” (Jn 6, 51, 53-56, 58).




Hasta la reforma del siglo XVI (1507), los cristianos creían en la Presencia Real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Fueron los reformadores los que llevaron a mucha gente al error. Los abusos en la Iglesia, concedidos a las palabras de los reformadores, es que les dieron credibilidad. Muchos se unieron a las nuevas enseñanzas. En el transcurso de la Contra-Reforma, el Concilio de Trento confirmó lo que los cristianos creían desde siempre: Que “en el Sacramento de La Eucaristía, después de la consagración del pan y del vino, Nuestro Señor Jesucristo, como verdadero Dios y como verdadero hombre, Está real y substancialmente bajo las apariencias de las cosas visibles.”


Con la consagración durante el Sacrificio de la Misa, el sacerdote, en virtud de su misión Divina y su fuerza Divina, hace a Dios descender del Cielo sobre el altar. En la comunión que el sacerdote distribuye, se esconde humildemente en un pedazo de pan el Dios del Amor, para que podamos recibirle en nuestros corazones. En los tabernáculos de nuestras iglesias, el Señor vive entre nosotros, para que podamos ir a adorarle. ¿Cuál religión tiene un Dios más humilde y más dedicado, que ama mucho a sus creaturas y quiere estar tan cerca? El Antiguo Testamento nos habla de la gran humidad de Nuestro Señor: “Y he ahí que el Señor pasó y grande y fuerte viento rasgaba los montes y quebraba las rocas ante El, pero el Señor no estaba en el viento. Y después del viento vino un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Y después del terremoto vino un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego vino una mansa y delicada…” (1Re 19, 11-13)


En Belén, El nació bajo los cuidados de personas simples y pobres en un mundo estable y su cuna fue un pesebre. Durante treinta años el Señor vivió oculto en medio del pueblo, como un ser humano común. Después empezó el período de su ministerio público. El dijo para nosotros: “Venid a Mí todos los que estáis cansados y oprimidos, Yo os aliviaré. Aceptad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.” (Mt 11, 28-30)


 Finalmente, se entregó a las torturas de las calumnias y de asesinato por amor. La mayor prueba de su amor y humildad, debe ser encontrada en el Santo Sacrificio de la Misa y en el Santísimo Sacramento. En cada Santa Misa, El se sacrifica en nuestros altares, por nosotros, pobres pecadores. En la comunión El se da a nosotros en forma de pan y en el tabernáculo, El está en espera de que nosotros le vengamos a visitar.


El Santo sacrificio es la piedra angular de la Iglesia y el Santísimo Sacramento, es el corazón de nuestra Santa Religión. No hay nada mayor, maravilloso y sagrado en este mundo, que esa prueba mayor de amor de Jesucristo.


Hoy los laicos tocan el cuerpo del Señor y distribuyen la comunión. Hoy las personas no dejan que sea dado ese regalo de Dios, pero están apoderándose, como si fuese algo común.


Anteriormente, todos los gestos de la fe, testimoniaban al Santísimo, la Presencia Real de Jesucristo y decían más que palabras. El Concilio de Trento enseñó lo que debería ser obvio: “Es apropiado tratar todas las cosas Sagradas, porque ese Sacrificio, es la cosa más Sagrada de todas las cosas Santas, en la Iglesia Católica, que el sacrificio sea ofrecido con dignidad y sea recibido con la debida reverencia, es utilizado por muchos siglos antes del canon sagrado…”


Hoy día, no oímos más esas palabras. Todo se está terminando. El laxismo y la indiferencia, determinan la Santa Misa, como si no supieran en lo que creen.


Jesús dice: “! Estoy tan verdaderamente en la Eucaristía, como lo estaba en la zarza ardiente! ¡Yo ordené a Moisés que se quitase las sandalias, antes de que él llegara más cerca! Poseído por el miedo y la reverencia, se descalzó. ¡Yo soy el amor en la Eucaristía y Yo soy DIOS! ¡Siempre! ¡Y las personas se están acercando a Mí sin ningún respeto!”


 
La Virgen María dice: “¿Hijo Mío; Usted pregunta por qué estoy llorando? Yo derramé lágrimas de gran temor, porque asistí a la profanación del Cuerpo de Mi Hijo, que está comprometido en la Tierra. ¡Nadie debe tomarle con las manos en su propio cuerpo! ¡Solamente los sacerdotes, nadie más puede llevar a Mi Hijo al pueblo! Ustedes no deben profanar su cuerpo, cuando ustedes Lo confían en manos de hombres y mujeres, que no están preparados por el Padre como sacerdotes, legalmente ordenados en la casa de Dios!




Dios dice: “¡Si Yo soy Padre, entonces Yo soy Dios! Y como tal exijo ser respetado en Mi Sacramento de Amor, que es burlado y ridiculizado!”


Jesús dice:” ¡Con la comunión en la mano Me han hecho caer en desgracia! ¡Esta irreverencia hace Mi corazón sangrar! ¡Fueron diablos disfrazados con piel de oveja, los que cambiaron en Mi Iglesia todo eso!”


Nota: ¡Jesús condenó con gran severidad la comunión en la mano, recibida de pie, porque nadie puede tocar Su Cuerpo Santo, excepto las manos consagradas de los sacerdotes!

En otros mensajes, la Madre de dios habla sobre la profanación del cuerpo de su Hijo: “¡La Iglesia no puede permitir que los laicos distribuyan la Santa Comunión! Esto causa dolor al Santo Padre (el Papa). El Santo Padre es responsable de la Iglesia en todo el mundo.”

Jesús dice: “! Yo, Jesucristo, comunico a Mis sacerdotes y obispos: Las mujeres no tienen acceso al altar (durante la santa Misa), los ministros ordenados (obispos y sacerdotes), no deben sentarse durante la Comunión, pero deben distribuir Mi Cuerpo!!! ¡Y no mujeres y laicos!!! ¡Solamente Mis siervos (sacerdotes) pueden abrir el tabernáculo y llevar el cáliz con Mi Cuerpo y no una persona laica! Mis siervos, estén vigilantes, porque Satán siega mucho hoy. ¡Por este hecho, que sucede hoy en cultos tan malos, Mi corazón está herido terriblemente! Cada siervo (sacerdote y obispo) y cada persona que vive en la Tierra, serán responsables ante el Tribunal de Dios, por todo eso. ¡Entonces, Dios Padre, Yo el Hijo y el Espíritu Santo, vamos a bendecir a aquellos que obedecieron a Mí y a Mi Madre! Estén unidos con la Santa Iglesia y recen por Mis siervos (sacerdotes y obispos), para que distribuyan Mi cuerpo, solamente de rodillas, en la boca y no permitan que los laicos asistan la Comunión. Solamente el sacerdote es ordenado y Yo, Jesucristo, estoy con él cuando distribuye Mi cuerpo y Mi Madre, también está presente.”



Virgen María: “! Pido en Nombre de Mi Hijo, que en sus Iglesias, solamente los sacerdotes y diáconos que están prontos a ser ordenados, puedan distribuir la Santa Comunión! ¡No hieran aún más al Sagrado Corazón de Mi Hijo! ¡Cada sacerdote es responsable delante de Mi Hijo! Algunos sacerdotes se quedan sentados confortablemente en sus asientos y dejan a los laicos distribuir el Santo Cuerpo de Mi Hijo. ¡Los sacerdotes deben ofrecer el Cuerpo de Mi Hijo, a los fieles arrodillados y en la boca! No deben seguir la moda de Occidente, porque Satán está de moda y quiere causar confusión en la Iglesia. Recen, hijos Míos, para que esta moda no sea introducida aquí. Hay ministros (sacerdotes) que aman a Mi Hijo y me aman a Mí e infelizmente a los sacerdotes modernos también.”


Jesús dice: “! Los laicos no pueden distribuir Mi cuerpo, porque los laicos no son dignos de recibir Mi cuerpo en sus manos! Una vez más les digo: ¡Solamente los sacerdotes pueden distribuir la Sagrada Comunión!”

“! No debe haber laicos con acceso al cáliz! (Ningún ayudante de la Comunión) Solamente la manos y la cabeza de Mis siervos (sacerdotes) son ungidas!”

“Comuniquen: ¡Los laicos (hombres y mujeres) no pueden distribuir Mi cuerpo a los fieles! Un laico no está autorizado a ofrecer Mi cuerpo, porque esto es irresponsabilidad del sacerdote!”

¡Hay de los obispos que obligan a los sacerdotes y fieles a la Comunión en la mano y de pie y emiten licencias para matar (aborto)! ¿Cómo quieren ellos quedar, ante el Tribunal de dios?

viernes, 2 de noviembre de 2012

MUJER, TUS MODAS INDECENTES ME CRUCIFICAN NUEVAMENTE


 
Mensaje de Jesus.
 
¡Oh, mujer, mírame a Mí, flagelado y coronado de espinas¡ ¡Contempla mis llagas y mis
heridas...¡ Después, escucha y reflexiona.

Durante mi vida terrenal viví como manso cordero. Fui al Calvario sin abrir la boca.


Traté con dulzura a la Samaritana y se convirtió. Conmoví el corazón de María

Magdalena, la pecadora, e hice de ella una predilecta y una Santa.

Al cruzar las calles de Palestina, pronunciaba palabras de luz, de paz y de amor. Mis enseñanzas eran dulces como la miel.

Pero un día, al echar una mirada Divina sobre todos los siglos, viendo cómo el mal inundaba impetuoso a todo el mundo y ultrajaba mis templos, pronuncié palabras de fuego:
"¡Ay del mundo por los escándalos¡...¡Ay de quien escandaliza¡ Sería mejor que se le atara una piedra de molino al cuello y se le arrojara al mar".
 

Quien pronuncia este "¡Ay¡" es un Dios abandonado por muchos sacerdotes, religiosas y seglares que no viven realmente lo que Yo les prediqué. Soy Yo, el Juez Supremo de la humanidad.
 

De esa humanidad, que entre otros pecados me crucifica nuevamente con sus modas indecentes. Yo, que pronuncio la sentencia eterna para cada alma: o paraíso, o infierno.


Reflexiona, mujer que sigues la moda licenciosa, y piensa con seriedad un momento
sobre los graves escándalos que provocas a quienes te miran, te desean y te hieren con frases groseras a causa de tus ropas ajustadas, transparentes , escotadas y cortas.
 

Oh, mujer, ¿por qué ultrajas mis templos haciendo exhibición de tu cuerpo?
¿Por qué sólo te ocupas por agradar y tentar a los hombres?
¿Por qué transformas mi Casa de Oración en una sala de anatomía donde abundan cabezas, troncos, extremidades y hasta la marca de tu ropa interior?
Mis templos son profanados a causa de tus ropas sensuales y provocativas.
 

Dime, mujer ¿dónde están tus virtudes? Tu pudor, tu modestia, tu humildad, ¿dónde están?


Tus modas que tanto tientan, ¿son distintas a las de una atea? ¡No, en absoluto! Puedes ilusionarte tú misma diciendo: "¿Qué mal hay en seguir esta moda? Las demás mujeres también lo hacen... y hay sacerdotes que no lo prohíben y hasta lo aceptan".
 

Esta ilusión es para ti, pero la realidad es otra bien distinta. La conducta incorrecta de tantas mujeres, aún cristianas, no justifica la mala conducta propia.


Si las demás mujeres se quieren condenar siguiendo lo que el mundo les predica, ¿por qué te has de condenar tú?
Todos los pecados que provocas con tus pantalones, shorts, minifaldas, blusas y vestidos transparentes y escotados, ombligos y espaldas descubiertas, fuera y dentro del templo,
son imputables a ti, que eres la causa voluntaria.
Yo, Legislador Divino, dije: "Si alguien mira a una mujer con malicia, ya pecó en su corazón".
 

La moral que Yo enseñé es una, inviolable y eterna, mientras que las modas son muchas.
Mi Iglesia no tiene modas. El mundo las tiene todas. Si realmente me amas, debes seguir mi vida llena de abnegación y sacrificio. Por lo tanto debes abandonar las
modas que atentan contra la moral y la fé.
 

Angosta es la puerta que conduce al cielo y ancha la que lleva al infierno. La mayoría elige esta última. Estar contra la modas indecentes y no usarlas es muy difícil y se necesita
mucho amor hacia Mí para no dejarse arrastrar por ellas.
 

Hombres y mujeres se preocupan más en seguir el último grito de la moda, que en imitar mi vida llena de austeridades. Yo fui enviado al mundo no para hacer mi Voluntad, sino la de Aquel que me envió. Tú fuiste enviada al mundo no para vivir, hacer y usar lo que a ti te dé la gana, sino para realizar mi Santa Voluntad.
 

O estás Conmigo, o estás contra Mí. O estás Conmigo, o estás con las modas faltas de pudor.
 

Lo que elijas te dará la eternidad de mi gloria o la eternidad de las penas. Cuando la muerte te arranque de este mundo lleno de vanidades y de lujos sin razón y llegues ante mi Presencia para ser juzgada, viendo los pecados que los hombres cometieron al mirar tu cuerpo escasamente cubierto, tú misma quedarás avergonzada. ¿Qué pretextos podrás presentarme? ¡Ay de ti, mujer, por tus escándalos!
¡Ay de ti, que perdiste el pudor y la vergüenza! ¿Por qué obras así? ¿Por qué me crucificas nuevamente con los clavos de tu inmodestia?
 

Cuando en forma irrespetuosa me reciben en la Comunión, cuánta amargura siento al entrar a tu cuerpo que es motivo de tantos pecados en los hombres y mal ejemplo a las pocas mujeres que tú con desdén y desprecio llamas "anticuadas". Te aseguro que muchas de esas "anticuadas" están Conmigo, mientras que muchas modernas sin pudor están "gozando" en los infiernos.
 

Los matrimonios que se celebran también abofetean mi Rostro, cuando las novias y madrinas se acercan al altar medio desnudas, al igual que muchas de sus amistades.
 

Tienen una hipocresía tal, que aún semidesnudas levan colgada al cuello una hermosa cruz metálica, signo de su "gran catolicidad".

La verdad es que son sepulcros banqueados. Llenos de lujo por fuera y...vacías de humildad y caridad por dentro.

¡Ay, ay, ay de todos aquellos sacerdotes que temen o no quieren prohibir que pisoteen y profanen mis Templos con las desnudeces de las modas¡ Muchos de ellos se dejan
seducir por sus presencias y no quieren ser rigurosos en el cumplimiento de sus deberes.
 

Yo fui traicionado por un falso apóstol. Y hoy, hay falsos sacerdotes, religiosas y seglares que en forma clandestina están trabajando para destruir mi Iglesia.
 

Falsean mi doctrina permitiendo de todo y creando un cristianismo fácil. En mis templos se ven las cosas más profanas, por ejemplo: maquillajes, pelucas, joyas, amuletos, anteojos para sol, telas finas y escasas. Otras en cambio, se dedican a comer, fumar, conversar, dormir, estudiar, "filtear", curiosear, pasar admirando las obras de arte, etc., etc., etc., como si hubieran ido de pic-nic. ¡Pobre de ellos!
 

A mí casa de Oración la están convirtiendo en lugar de pecado... y nadie sale en mi defensa. Todos callan y huyen, nadie ve nada y me niegan como cuando me crucificaron.
Nadie arriesga por Mí y todos se lavan las manos como Pilatos.

¿Dónde están los que darán su vida por Mí? Si un político, un deportista o una artista les dice "hagan esto" o "usen aquello", todos lo imitan. Yo, en cambio, les prometo el premio eterno si cumplen mis mandamientos y casi nadie hace caso de mis invitaciones.
 

¡Ay, ay, ay, de mis religiosas que en sus Institutos y colegios no aconsejan a sus alumnas sobre la sana y correcta manera de vestir! ¡Ay, ay de las monjas que adaptan sus vestimentas a las de las mujeres mundanas! Sus pecados están terminando con mi paciencia.
 

¡Ay, ay de los padres y madres de familia que, siguiendo el ritmo inmoral de las modas, pervierten a sus hijos con el uso de las mismas y los hacen motivo de escándalos!
 

¡Ay, ay de todos aquellos seglares que no se animan a aconsejar con energía a tantos hermanos equivocados sobre la necesidad y obligación de abandonar las modas y acciones que desvirtúan mi Evangelio!
 

¡Ay, ay, ay, de todas aquellas personas que de una u otra manera fomentan, comercializan y permiten toda clase de desnudeces! Sé muy bien que quieren corromper a la mujer, para así con más facilidad destruir mi Iglesia, la familia y las patrias.

A todas las personas les digo: el responsable del pecado es quien lo hace, y quien tiene el deber de impedirlo y cobardemente no lo impide. "Se toman severas medidas para luchar contra el hambre, las pestes, la pobreza, y las impurezas de la atmósfera, pero se contempla, inclusive con complacencia, la contaminación de los espíritus"(Pablo VI).
 

Mi justicia destruyó las ciudades inmorales de Sodoma y Gomorra. Peor será el castigo que tendrá lugar dentro de poco tiempo, según lo viene anunciando mi Santísima Madre
en la Salette, Lourdes, Fátima y otros lugares.
 

Oh, alma, que vives en el fango moral, en la vida cristiana fácil, cómoda y libertina, sembrando por doquier la muerte espiritual. Mírame crucificado, medita sobre el infierno, en donde caen tantas almas que en un tiempo vivieron dándose todos los gustos, placeres, modas, diversiones, etc., etc. ¿Qué será de ti? Oh, mujeres que cuando vivían eran halagadas, aplaudidas, admiradas, imitadas y perseguidas por tantos exhibicionismos de sus cuerpos: ahora, ¿quién se acuerda de ustedes? ¿Dónde están sus conquistas? ¿Dónde sus dineros, joyas y famas? ¿Dónde están las partes de su cuerpo que tanto mostraban?
Fuego eterno las consume, fuego que devora y no mata.
 

En cambio, las que aquí vivían modestamente soportando agrias críticas y bromas hirientes por sus pudores y respeto hacia Mí, gozan para siempre de la eternidad de mi compañía y de la de María, mi Madre. Si tu mano, tu ojo o... tus modas, son motivo de escándalos, córtalos y arrójalos lejos de ti. Más te vale entrar sin ellos al Reino de los Cielos, que con los mismos al fuego eterno.
 

Quién teme y respeta a los hombres y alas modas más que a Mí, no es digno de Mí.

A todos los hombres y mujeres les digo: apártense de las modas ofensivas y pecaminosas aunque pierdan familia, amigos, dinero, fama y la misma vida.
 

A mis fieles Obispos, sacerdotes, religiosas y seglares los invito a que con prudente valentía, defiendas mi Causa y mis Templos del avasallamiento de las modas obscenas y vergonzosas. En caso contrario, el brazo de mi Divina Justicia caerá riguroso sobre todos ustedes, que tienen la obligación de dar testimonio de mi vida.
 

Bienaventurado quien escucha mis palabras y las pone en práctica