Un hombre muy rico, con mantos y anillos en los dedos, y cadenas en el cuello,
sacaba la mano y decía, sálvame por esto! y mostraba como un gajo de cebolla.
Pero las llamas empezaban a consumir el gajo de cebolla hasta quemarle los
dedos. Creo que fue algo que dio, pero sin amor, o lo único que regalo en su
vida.
El tormento era cruel, no había paz, le pegunte al Señor, este es el rechinar
de dientes? Y me contesto “No, todavía no es. Es solo parte de sufrimiento, de
los condenados”
Alrededor de la hornilla había demonios con las piernas cruzadas, todos tenían
un trinche largo. Su aspecto era horrible, sus ojos rojos, boca malvada,
sonrisa malévola, de un color casi negro como gris. Fumaban y fumaban algo que los
hacía más rebeldes. Y bebían un líquido rojizo que los llenaba de soberbia.
De pronto todos se colocaron de pie en posición firme. Los condenados deseaban
desaparecer. Se consumían en el lago de fuego, era una multitud incontable. El
infierno se estremeció, todo tembló. Por una puerta entraba un demonio como de
casi 2 metros de alto, más horribles que los otros demonios. Este tenía
cuernos, garras, cola y alas como de murciélago. Los demás no tenían nada de
eso. Grito y zapateo, y todo volvió a temblar, pregunte quien era, y me dijo:”
Es Satanás, Lucifer, rey del infernó.”Hasta los demás demonios le tenían miedo,
a una orden dada por el, todos corrieron ante él con el trinche en la mano, en
fila como un batallón de soldados. Les dijo algo que no alcancé a escuchar,
púes tenía demasiado miedo. Y no le pregunte al Señor.
Si el Señor no me hubiera sostenido en ese momento, yo hubiera muerto de
terror.
El Señor me dijo:” Acá no hay paz ni un segundo, acá no hay nada de amor, es el
reino del odio. Aquí vienen todos aquellos que me despreciaron cuando estaban
vivos, libre y voluntariamente, prefirieron el mal en lugar de bien. Ahora
observa bien, pues para algunos comienza el rechinar de dientes, sufrimiento y
muerte eterna, gusano que no muere y fuego que no se apaga. Porque el que no
está conmigo, está muerto, esa es la verdadera muerte. No la que llaman ustedes
muerte”.
Los demonios corrieron hacia la hornilla después de la orden de Satanás, y
metían el trinche, sacaban a los condenados traspasados por los trinches. Se
movían como culebras sin poder soltarse. Gritaban se contorsionaban. Les salía
sangre, algunos fueron traspasados por la espalda, otros por las piernas, otros
por la cabeza agarraban los trinches queriendo salir. Pregunte al Señor:
¿porque esas almas tiene sangre? Y me dijo:”Al infierno vienen en cuerpo y
alma, como al cielo van en cuerpo y alma. Estamos en el primer infierno, y ya
fueron juzgados, aquí están todos los condenados desde la creación del mundo
hasta el diluvio.
Los demonios colocaron a los condenados como en una lamina de zinc, galvanizada
y los agarraban a trinchazos entre dos o tres demonios. Luego como con un
cortaúñas, un poco más largo, les prendían pedazos de carne y poco a poco le
arrancaban las uñas, los dedos, el pelo, los gritos eran desesperados, eran
gritos que terminaban en lamentos….
Para que no gritaran, sacaron una especie de arma no vista en la tierra por mí.
Se la metieron en la boca. Aquella arma se abrió como una mano, y al cerrarse
le agarró la lengua, y le arrancaban, bien torciéndola o tirándola. Luego con
un cuchillo bien afilado, le comenzaban a volver cecina, a destazar, volver
pedazos como de viste.
Los condenados no podían gritar, sus ojos parecían salirse de ellos. Y sus
mandíbulas pegaban una con otra haciendo un rechinar de dientes horrible!!!
Después de desprender la carne, trozaban los huesos y los volvían nada. Por
último partían la cabeza, hasta quedar trizas, todo parecía nada en la lámina.
Sangre, carne en trozos, huesos, aquello era horrible. Y en los huesos había
gusanos.
Entonces dije al Señor, pobres personas Pensé que no iban a morir, por fin murieron,
aunque los pedazos de carnes se mueven. El me dijo: “Aquí no existe la muerte
fíjate bien”. Los demonios tomaron esa lamina y echaron los trozos de la
persona sobre un hueco donde había llamas y hierros filosos, una especie como
de molino para volver todo polvo. En la parte de abajo de ese hueco estaba otra
vez el hueco de la hornilla.
Al caer ese polvo vi que las personas volvían a tener cuerpo y el que se dejaba
agarrar por el trinche volvía a padecer lo mismo. Entonces pregunte al Señor:
¿Qué pasa, porque tiene que volver a vivir? El me dijo: “La muerte ya no
existe, como los hombres la llaman. Aquí se padece la muerte eterna, que es la
separación de Dios. Y para llegar a este lugar de tormentos, cada uno llego
aquí libre. Ésa fue la elección de ellos. Yo ya no puedo hacer nada por ellos.
Cuando podía me despreciaron y llegaron a este lugar no creado para los
hombres, para los hombres fue creado el cielo. Este lugar fue creado para
Satanás y sus ángeles.”
Me di cuenta que a mayor pecado, mayor el sufrimiento. Cada uno paga según sus
deudas. Y cada uno tiene castigos diferentes, pero todos sufren terriblemente.
Me di cuenta que con el órgano que pecan es con el que más sufren.
Según se hundían en el lago de fuego, aparecían en un lugar de arenas
candentes, al rojo vivo. El calor era sofocante, no se podía respirar y
gritaban, tengo sed!!!
Entonces un demonio se le subía a la nuca y le abría la boca, hasta desgarrarla
hasta los oídos. Otro demonio agarraba la arena caliente, para que la bebieran.
Era tal el desespero que corrían sin control en la oscuridad iluminada
únicamente por las arenas.
Chocaban con otros condenados y peleaban como perros callejeros. Al llegar al
final había rocas con puertas, cada uno miraba solo una puerta, al abrirla
había un hoyo, donde estaban los animales ponzoñosos y aquellos que más temían
cuando estaban en la tierra. El Señor me dijo que eran castigos psicológicos.
No pregunte qué era eso.
Oh pobres condenados!! Que desesperación, que pesadilla sin fin!!!
Cuando lograban salir de allí, se veían esos animales por el cuerpo y que
salían por la boca y por todo lugar. Por lo único que podían correr, es por un
desfiladero de piedras cortantes, se caían y se cortaban. Unos caían de frente
y se cortaban todo, otros de espalda y al final había una planada, el que no
lograba pararse rápidamente, una piedra redonda lo aplastaba como una
cucaracha. Al lograr levantarse se botaban por un hueco que había, y caían a la
hornilla del inicio, y todo volvía a repetirse.
El Señor me dijo: “¿Te diste cuenta que acá no hay descanso ni un segundo?
Ahora te voy a mostrar otro lugar que está esperando a esta generación perversa
y malvada. Le voy a mostrar quien sufre más y quienes van por el camino al
infierno”.
Vi entonces tres hornos más grandes que el primero y Satanás gritaba: Qué se
haga el juicio, eh trabajado bastante para darle la bienvenida a mi reino, he
inventado nuevos castigos, y tormentos. Que vengan aquí los que pudieron
salvarse y no quisieron, que vengan a mí los que me sirvieron en la tierra.
Entonces vi unas mujeres, arrastradas con cadenas, llevaban cargas como mulas,
eran golpeadas atrozmente y atormentadas. Les habrían sus vientres, las dejaban gritar, la
despedazaban, les daban con unas cuerdas como de hierro, las insultaban, les
mostraban sus hijos que ellas habían asesinado y se las amarraban a sus pechos.
Ellas escuchaban el llanto y los gritos de sus hijos (porque me mataste
mama!!!) al grito del niño, sus pechos se desgarraban y comenzaban a sangrar,
sus oídos sangraban y todo aquellos era horrible. Y pregunte al Señor: ¿Señor
Jesús quienes son esas mujeres y porque sufren tanto? Me contestó:”Son todas
aquellas que matan a sus hijos en el aborto, sufren porque hicieron de sus
vientres tumbas, y el vientre es para dar vida. Él pecado del aborto le es a mi
Padre muy difícil de perdonar. No basta con confesarlo, sino hay verdadero
arrepentimiento. Hay que hacer mucha oración y penitencia, pidiendo
misericordia a Dios Padre como al hijo que asesinaron. Sus gritos y llantos
estarán al frente del trono de Dios y su sangre clamara desde la tierra al
cielo”.
Y me dijo:”Ore, Ore, por ellas, porque algunas están vivas y pueden
arrepentirse. Pues muchas van por el camino del infierno”.
Vi al lado de ellas hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos que ellas.
Y pregunte, ¿estos quienes son, y porque sufren iguales tormentos? El Señor me
dijo:”Son todos los cómplices del aborto, los que las ayudaron. Aquí pueden
venir médicos, amigos, enfermeros, parientes, o alguna persona que escucho que
iban a abortar, y no les dijo no lo hagas.”
Seguimos andando por ese ancho camino y vi hombres que venían cari bajos, con
la lengua afuera, se la machacaban con piedras, les quemaban las manos y pies y
se la atravesaban con punzones. Los demonios descargaban toda su ira contra
estos hombres. Vi como sufrían y pregunte ¿estos quiénes son y por que sufren
tanto? Y me dijo el Señor:”Son los llamados a la más alta gloria de los cielos
pero la han perdido. Se han vendido y me han vendido. Ellos son mis sacerdotes.
Los pecados del sacerdote son doble pena para mí, por eso su castigo es doble.
Son martirizados en la lengua porque han callado mi palabra y han sido perros
silenciosos, tartamudean al hablar. Se han consumido en las pasiones y llenado
de mosto, vino. Para ellos la maldición y el fuego. Vi mujeres y hombres al
lado de ellos que sufrían grandes penas y pregunte ¿Quiénes son estos? Y me dijo:
”Son los que han pecado con ellos. La mujer que hace caer a un sacerdote, más
le valiera no haber nacido, porque es más maldita que Judas. Lo mismo el hombre
que haga pecar a un sacerdote.”
Detrás de estas había una multitud que seguían ese camino y sufrían iguales
tormentos. ¿Y estos quiénes son? Y me dijo:”Son todos aquellos que se alejaron
de mi y de mi iglesia por el pecado del sacerdote y no oraron por él. El
sacerdote se hizo para salvar a los hombres. Si no lo hace, lo ayudan a
condenar. Pues mi palabra dice, los guardianes de mi templo están ciegos,
ninguno hace nada, son todos perros mudos incapaces de ladrar, vigilantes
perezoso que les gusta dormir. Perros hambrientos que jamás se hartan. Y son
ellos los pastores, pero no saben comprender, cada uno va por su camino. Cada
uno busca su interés, vengan dicen, busquen vinos y emborrachémonos con los
licores, no ayudan al inocente y hacen desaparecer a los hombres fieles (Isaías:
56; 9)”.
Vi detrás de estos, hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos, y le dije
¿quiénes son? Y me dijo “Son todos los religiosos y religiosas. Ore, ore por
ellos, para que me amen y logren salvarse. No hablen nunca mal de los míos. Es
como si untara el dedo con chile y me lo metiera en el ojo. Solo ore, ore por ellos,
y no me causes tormentos.”
Vi hombres y mujeres que llevaban vendados los ojos, detrás de ellos iban
muchos encadenados. Los demonios los insultaban, los golpeaban, y los violaban.
Su tormento era cruel, y pregunte ¿quiénes son esos? Y me dijo: “Son todos los
brujos, hechiceros que se han dejado enceguecer por Satanás. A ellos les
esperan los tormentos inmensos, porque vivieron más cerca de Satanás acá en la
tierra, más que a mí. Y sufrirán más que nunca, por haber servido en el mal,
libre y voluntariamente. Los encadenados son todos aquellos que los consultan,
y todos aquellos que mandan a hacer un mal de brujería. Es preferible que
mataran cara a cara, y no así. Pues escrito esta, que mi Padre no salvara a esa
raza, fuera de mi perros malditos, para ustedes no habrá fuego ni brazas para
calentar el pan (Isaías: 47; 12)”.
“Ore, ore, porque hay muchos que pueden arrepentirse. También la multitud que
les siguen y sufren tormentos son los creyentes en horóscopos, invocadores de
espíritu, toda persona que quiera saber el futuro, o consulta a uno de ellos,
es merecedor del fuego eterno del infierno”.
Vi luego hombres y mujeres atados por cadenas en las manos, cada uno tiraba por
su lado, se tiraban y se caían entre sí. Los demonios les decían, por su culpa
sufre, dele más duro. Y pregunte ¿Quiénes son? Y me dijo:”Son todos mis
matrimonios que no viven en paz. Son dos bestias atadas por la misma cuerda.” y
pregunte ¿Por qué van al infierno? Y me dijo:”Besa mi mano” lo hice y me la
coloco en los ojos. Y vi que en esos hogares había insultos, celos, peleas, y
Satanás le gritaba a Jesús. Mire, mire como tengo a sus matrimonios!! ¿Qué saco
con santificarlos en el sacramento? como la primera pareja me pertenecen, pero
ahora haré que pierdan la gloria, no permitiré que oren ni que vayan a misa. Y
se reía a carcajadas…Mientras Jesús lloraba. “Oren, porque hay muchos que
pueden arrepentirse y cambiar”.
Vi hombres y mujeres atados por los pies, y sufrían peor que los anteriores. Y
pregunte ¿estos quiénes son? Y me dijo:”Son todos los que viven sin casarse, o
han cometido adulterio o fornicación”. Y pregunte: ¿porque van al infierno? y
me toco los ojos y vi que Jesús bendecía todas las uniones entre el hombre y la
mujer cuando estaban íntimamente, como la primer pareja. Pero cuando no estaban
casados, era Satanás el que dormía al lado de ellos. Golpeando al Señor Jesús,
le escupía la cara diciendo: mira tú criatura el hombre convertido por mí en un
animal. Aun peor que ella, ¿de qué le sirvió morir por ellos? yo destruiré tu
sacramento que les permite unirse santamente. Pero yo haré de cada lecho un
fuego infernal envuelto en pasiones aun no permitidas. Pues a mí si me
escuchan, aunque yo no les ofrezco un reino de paz, sino de dolor…Y Jesús me
dijo:” Mi sufrimiento para ellos ha sido inútil, por eso van al infierno.”Y vi
que unos de los castigos para ellos, es ver al hombre o mujer por el cual se
condenaron en el pecho, y Satanás le daba un cuchillo filoso y ellos mismos se
cortaban, y sacaban pedazos de carne hasta llegar al corazón. Diciendo,
maldito, maldito, por tu culpa estoy aquí en este infierno. Te quiero sacar del
pecho para siempre pero no puedo. El Señor me dijo:”Ore, ore, porque algunos
están vivos, y se pueden arrepentir.”
Vi hombres atados con hombres, y mujeres atadas con mujeres, atados por la
cintura, que se balanceaban, como animales salvajes, arrastrando una presa. Y
estos quiénes son y porque sufren? El Señor me dijo:”Son toda clase de
homosexuales y lesbianas, que libre me rechazaron, y no fueron capaces de ser
castos ofreciendo su vida”. Y vi como Satanás, se revolcaba en el lecho de
estos pobres seres, dándoles más deseos sin llegar hacer saciados nunca. Y vi
como los espíritus los atormentaban en sus partes con los que pecaron. Y vi que
le atravesaban palos desde el ano hasta la boca, y le giraban pregunte ¿La
presa? Y me contestó:”Son todos aquellos que se acostaron con ellos. Ore,
porque aun hay vivos que pueden salvarse, al arrepentirse. La persona
homosexual que ofrezca su castidad a mí, y viva sin hacer pecar a nadie, yo
derramo mi infinita misericordia, porque los amo inmensamente.” Toda relación,
anal es condenada por el Señor, es contra la naturaleza. No podemos condenar a
quienes practican la homosexualidad, si hacemos lo mismo.
Vi hombres y mujeres con caras de animales, y sufrían inmensamente. Y al lado
de ellos, unos que llevaban como unas cintas y unas hojas o revistas donde
habían mujeres y hombres desnudos. También sufrían y van al infierno. Y le
pregunte al Señor: ¿quiénes son, y también van al infierno? Si van al infierno
sino se arrepienten. Los primeros son todos los que han tenido, intimidad con
los animales. Rebajándose al nivel de la bestia, y aun mas que ella, porque si
ella pensara, no lo haría. Y todo aquel que haga del sexo una obsesión atreves
de películas, revistas, chistes grotescos, prostitución, palabra de mal
sentido. Son dignos del fuego eterno, con todos sus tormentos, pues han
aprendido a hablar la bajeza de Satanás y no a hablar y vivir la santidad y
pureza de Dios uno y trino.
Vi hombres y mujeres de diferentes edades, y caminaban como ciegos golpeándose
con todo. Y un demonio estaba al pie de ellos, haciéndoles caer más y más. ¿Y
estos quienes son Señor? Y me dijo: “Son todos los borrachos, alcohólicos van
porque han destrozado el templo de Espíritu Santo, donde mora la trinidad
santa. Su propio cuerpo. Y han hecho daño a sus semejantes, a sus familias,
olvidándose del primer mandamiento. Amar a Dios y al prójimo como a sí mismo.
Estos no han aprendido ni siquiera a amarse.”
Y al lado de ellos, iban de diferentes edades reventados los labios, con humo
en la nariz, ¿Y estos quiénes son?, pregunte, y me dijo:” Son todos los
fumadores de toda clase de hierbas, droga, cigarros o vicio. Y van porque no
han amado su propio cuerpo, y los que van con ellos, son todos los que ofrecen,
o llevan a pecar. Yo les he dicho, que el que regala un vaso de agua, es digno
de cielo eterno. Pero también quien ofrece, o hace pecar a alguien, es digno
del fuego eterno. Ore, porque algunos pueden cambiar su vida, y librarse de
este castigo”
Vi hombres y mujeres en minifalda, o con vestidos indecentes, y detrás de
ellos, un gran número de hombres y mujeres. Y pregunte: ¿Porque van al
infierno, y porque los atormentan? Me contesto: “La mujer que use minifalda va
al infierno, por corromper al hombre seduciéndolo con su vestuario. Y lo mismo
el hombre, van por dejarse seducir. Cuidado con el vestuario. La mujer no debe
llevar pantalón y si lo lleva que no sea ajustado. Muchas parecen mulas con frenos.
Los hombres no deben llevar el pantalón apretado, pero tampoco, aquellos que
parecen faldas.”
Vi que iban hombres y mujeres de toda edad, hasta niños con las manos cortadas,
algunos sin dedos. Y le pegunte ¿Quiénes son y van al infierno? Y me dijo: “Son
todos los tramposos, los ladrones, los estafadores, los que no pagan sus
deudas, los que solo se dedicaron al trabajo, los avarientos, los que en su
corazón solo estaba el dios dinero, los que nunca dieron una limosna al pobre,
ni ayudaron al más pequeño de sus hermanos. Son todos aquellos que al final les
tendré que decir, apártate de mi maldito, vaya al fuego eterno, preparado para
el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre y no me dieron de comer, sed y no me
dieron de beber. Fui forastero y no me alojaron, desnudo y no me vistieron,
enfermo y en la cárcel y no me visitaron. Ore, ore por ellos, porque algunos
están vivos y pueden cambiar su corazón de piedra (Mateo 25.)”.
Vi hombres y mujeres de todas las edades, que llevaban la lengua afuera, y un
demonio, iba montado sobre sus hombros, metiéndole su lengua en la boca de
ellos. Era una gran cantidad y le pregunte al Señor ¿Quiénes son Señor, y
porque traen ese demonio? Me dijo:” Son todos los chismosos, calumniadores,
mentirosos, son todos aquellos incapaces de domar la lengua. Que hicieron mal,
pues está cargada de veneno mortal, como escrito está en mi apóstol Santiago
“Sepan domar su lengua” El demonio que llevan es el demonio del chisme, ore
para que se conviertan, porque algunos están vivos, y no vengan a este lugar de
castigo.”
Vi hombres y mujeres que de sus bocas salían sapos, y víboras. ¿Y estos quiénes
son? Pregunte. “Son todos los que pudieron enseñar mi fe y mi doctrina y no lo
hicieron. Pero si enseñaron cosas falsas basadas en teorías sin poderse
comprobar. Son los maestros, escritores, catequistas, sacerdotes y padres de
familia y todo el que pueda enseñar mi fe. Y toda persona que destruya la fe de
mis pequeños niños. Yo les he escrito, hay del que enseñe otra palabra, hay del
que escandalice a uno de estos pequeños, mas le valiera amarrarse una piedra de
moler al cuello y tirarse al mar. Ore, ore porque para ellos, el castigo es
tremendo. Y no lleguen al lugar del castigo.”
Vi familias y padres e hijos golpeándose. De sus bocas salieron llamas de
fuego. Y pregunte: ¿porque vienen aquí y porque los atormenta el demonio, y
porqué sale fuego? Y me dijo: “Son los padres que no se hicieron amar y
respetar con sus hijos, los insultaron. Son los hijos altaneros y groseros con
sus padres.” Y pregunte: ¿Por qué van ellos ahí? Y me dijo:”Al final cuando
cada uno se presente ante el justo juez, sino fueron buenos van a decir,
maldito de mi por no haber respetado y amado a mis padres. Y por esa maldición
va al infierno. O va a decir, maldito por no obedecer y seguir la fe católica.
O al contrario, van decir, maldito mis padres porque no me enseñaron a
respetarlos y amarlos. Por esa maldición los padres van al infierno. Al
contrario los padres deben respetar y dar amor a sus hijos. Jamás con insultos.
“Ore, ore, porque algunos pueden salvarse”
Vi que en esas casas, donde el padre y la madre, insulta a sus hijos, los
demonios salen de sus bocas como gusanos o serpientes que se arrastran. Y poco
a poco van y se meten al otro hijo, o al esposo que está lejos. Vi que la única
manera para acabar esos demonios en esas casas, es rezar y especialmente el santo
rosario.
Vi gente de toda clase y edades que votaban dinero al aire y alrededor de
ellos, gente muriéndose de hambre. ¿Y estos quiénes son y porque van al
infierno? Y me dijo:” Son todos los que desperdician el dinero en lo que no
sirve, son los que compran cosas innecesarias, son los que hacen fiestas para
sus gustos, invitan únicamente a los que pueden llevarles algo o lo invitan a
otra fiestas. Son todos los que desperdiciaron comprando en demasiadas cosas y
las dejan dañar en sus refrigeradores en vez de regalarlas. Y nunca hacen obras
de misericordia, solo piensan en ellos mismos mientras alrededor del mundo se
mueren de hambre. Ore, ore por ellos para que se conviertan, y no vayan al
lugar del castigo”.
Vi jóvenes que llevaban aparatos en sus oídos, no pregunte que aparatos porque
no los conozco, conectados a una radio, caminaban como sonámbulos. Por esos
aparatos les entraban escorpiones, sapos y muerte. Y pregunte ¿Quiénes son? Y
me dijo: “Son todos aquellos que escuchan música satánica, rock, la música
metálica y se han convertido en adoradores del diablo que los llevan a su
propia muerte y les hacen perder el sentido de la vida, son todos los que entran
a culto satánico, discotecas o en sus casas se encierran escuchando a alto
volumen esa maldita música, para ellos la vida no tiene sentido, ni estudiar ni
nada. Se vuelven perezosos y rebeldes. Pobre juventud va a la perdición, ya no
hay inocencia en los mayores de 4 años. La maldita televisión y la música los
han pervertido, y su corazón enceguecido se van alejando de mí. Ore, ore, para
que yo pueda rescatarlos, pues viajan como moscas al mortecino. Ore, ore para
que abandonen todo, y no lleguen al lugar de castigo elegido por ellos”.
Vi hombres y mujeres de toda clase, que caminaban de espalda, y un demonio los
arrastraba y al caminar, tropezaban con otros, y los hacían caer. Pregunte
quienes son, y me dijo: “Son todos aquellos que me iban siguiendo por el camino
del cielo, pero las dificultades, los tropiezos, el desaliento, los problemas
con los mismos grupos, los hicieron que me abandonaran, y hoy van camino al
infierno, y se llevan a otros. A estos les es difícil volver a mí. Porque tiene
un demonio que los detiene, este demonio al final los entregara a Satanás, y
recibirá más orgullo por haber vencido a uno de los míos. Ore, ore por ellos,
pues mi corazón se hiere continuamente, por estos nuevos judas que no quieren
sufrir por mí”.
Vi hombres y mujeres de diferentes edades y clases, golpeándose el pecho con un
cuchillo, luchaban por quitar un espectro humano, desde los pechos hasta sus
ingles. Al golpearse sus heridas sangraban mientras que un demonio les gritaba,
tú has sufrido mucho por culpa él , dele más duro, dele más duro, no le perdone
no le perdone!!. Entonces pregunte: ¿Quiénes son Señor, y quienes son los que
están en el pecho? El Señor me dijo: “Son todos aquellos que nunca han
perdonado la falta de sus hermanos, guardan rencores, odio, resentimiento,
rencillas, pensando que fueron los únicos que sufrieron. Las personas que
llevan en el pecho, son sus supuestos enemigos. Y por eternidad de eternidades,
lo tendrán en el pecho como castigo. Oren, oren, para que perdonen, como yo
perdono, porque si no perdonan las faltas de sus hermanos, mi Padre tampoco les
perdonara.”
Vi hombres y mujeres de todas las edades, sus manos sangraban, y ellos al
mirarlas gritaban de terror. Y un demonio les cortaba con una espada, los
pasaba por parte y parte, volviéndolos nada. Pregunte ¿Quiénes son Señor? Dijo:
“Son todos los asesinos, los secuestradores, los atracadores, son todos
aquellos que le han quitado la vida, a alguien, física psíquica, y
espiritualmente. Son aquellos que pudiendo salvar una vida, no lo hicieron, su
sangre clama, desde la tierra al cielo. La vida yo la doy y la quito cuando
quiero, nadie fuera de Dios puede quitar la vida, ni a un niño, ni aun anciano,
ni aun un enfermo, solo Dios dispone de ellos. Quien lo hace le esperan los mas
grandes castigos y tormentos, en el lago de azufre donde el gusano no muere y
el fuego no se apaga. Ore, ore, porque hay muchos que están vivos y pueden
arrepentirse, hija mía ora, especialmente por los médicos”.
Seguimos caminando y vi hombres y mujeres, jóvenes y niños de todas las clases,
iban dando vueltas entre sí como perdidos y confusos, los demonios los cubrían
con sus sombras, y les decían, no crean, no crean. Y pregunte ¿Quiénes son? Y
me dijo: “Son todos aquellos, que pertenecen a mi iglesia o pertenecieron, pero
que abandonaron los sacramentos, o si acuden no creen en ellos, ni en la gracia
ni en el poder santificador a través de ellos. Han despreciado al Dios de la
verdad por la mentira. Quienes más sufrirán, son los que no creyeron en mi real
presencia, en la sagrada eucaristía, y se hicieron sacrílegos, pues mi carne es
verdadera comida mi sangre es verdadera bebida y quien come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo le resucitare el ultimo día. Ore, ore porque
algunos pueden regresar”.
Vi hombres, jóvenes, mujeres y niños con edad de razón, en gran cantidad,
caminaban a tientas, pisaban cualquier luz que los podía iluminar, los demonios
gritaban, no crean en la luz no crean! Y pregunte ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son
todos aquellos, que han cometido cualquier pecado y no lo han confesado, por
pena, o porque no creen. O si lo confesaron, no lo hicieron con verdadero
arrepentimiento. Dios conoce el corazón de cada hombre. Ore, ore para que se
conviertan. Nadie que no confiese su pecado puede entrar en el reino de los
cielos”.
Entonces exclame, Señor Jesús, Dios mío quien puede salvarse!!!! Me contesto:
“Tu ven y sígueme. Para Dios nada es imposible.” Callé, y seguimos caminando.
Encontramos miles, y miles que iban al camino del infierno. No pegunte quienes
eran ellos, solo iba pensando, misericordia Dios mío, misericordia Señor....
El no me dijo quienes eran, ni cuál fue su pecado, era de toda edad, y de toda
clase, y por algo que yo no entiendo, se me dio a saber, que era de toda
religión, fe y creencia. Porque Dios hace juicio sobre toda persona que vengan
a esta tierra, nazca donde nazca y crea en lo que crea. Después de caminar y
caminar Jesús me dijo: “Aquí termina el camino al infierno” y se sentó sobre
una piedra. Sus llagas sangraban, sus ropas eran rojas y estaba llorando.
Le dije ¿Qué tienes Señor y Dios mío? ¿Porque sus vestidos están rojos, si
llegaste de blanco y porque sangran y porque está llorando?
Y me dijo: “Lloro al saber, que para ellos mi sacrificio fue inútil, y mi
sangre se derramo en vano. Pues ellos no quisieron salvarse, me despreciaron.
Mis ropas están rojas empapadas por mi sangre que he vertido en el dolor de sus
pecados, y que ellos no quisieron recibir. Ya que mi perdón esta dado por parte
de mi Padre pero ellos no me recibieron. Y yo les he escrito, el que me reciba
lo haré hijo de Dios. Oh hija mía!!, ore, ore, ayúdame a la salvación de los
hombres y de las almas.
Nos abrazamos y lloramos juntos, de pronto yo estaba en mi cuarto, abrazada
fuertemente en él, el miedo era espantoso, todo mi cuerpo temblaba. Le dije
Señor tengo miedo. Me coloco la mano sobre la cabeza y me dijo: “esto que has
visto no lo contaras hasta dentro de 6 meses que te hayas repuesto
completamente. Luego te llevare al cielo, y te mostrare el camino de quienes
van por él”. Oramos juntos, se despidió dejándome en paz, lo vi partir, me
volvió a mirar. Aun iba llorando, sus ropas iban rojas, sus llagas,
sangraban, me dijo adiós con la mano, y desapareció de mí vista.